martes, 10 de marzo de 2009
La princesa de esta historia besaba cada día un nuevo sapo, y al abrir los ojos no encontraba a ese príncipe azul que esperaba, cada sapo convertido en "hombre" se rendía a sus pies y jamás logró dar con el que tanto buscaba.
Un día sentada en el poso de siempre vio venir a lo lejos a un hombre, no era el príncipe que ella había ansiado toda la vida, era un hombre sin pocesiones ni sangre azul, pero era el más bello que había visto jamás, ni siquiera en sus sueños lo había imaginado así; ese día no se hablaron, el no notó que la princesa estaba sentada ahí en el pozo. Luego, al otro día ella volvió al lugar, el tampoco la notó ya que siempre llevaba su mirada fija en el suelo. A los días después la princesa tuvo una idea , y esperó a que el pasará por el lugar, tiró una piedra al pozo y aquel ruido llamó la atención de ese hombre quien levantó la cabeza y pudo notar a la joven sentada en la orilla del pozo, con un largo vestido calipso que nunca más logró borrar de su memoria. Así pasaban los días y siempre se encontraban en el mismo lugar, nunca eran capaces de intercambiar una sola palabra. Hasta que llegó el momento en que ella no pudo esperar más, y lo miró fijamente esperando una respuesta el le habló, así comenzaron a compartir secretamente en aquel lugar que solo ella conocía. Cada uno por su parte contaba las horas , los minutos y segundos que pasaban para volver a verse. Esos sentimientos mutuos que guardaban en sus corazones fueron saliendo hasta no quedarán secretos entre ellos. Un día hablaron todo, ninguno soportaba más esta relación oculta, este no poder estar juntos libremente y decidieron escapar, huir a la tierra más lejana que conocieran y esa princesa dejó todo lo que tenia por ese hombre , por el único que había llegado a su vida sin esperarlo, sin saberlo, cuando ya perdía las esperanzas de encontrar a su príncipe encontró a uno que realmente no lo era, pero para ella era más que eso, era el hombre de su vida. Era su razón de ser.

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